Sinopsis
Si la infancia es la patria que siempre añoramos, lo es, en gran medida, por los misterios que atesora, y que nos persiguen dulcemente, sin develarse jamás. Una mirada perdida en un momento inapropiado, un gesto abrupto donde se imponía la caricia, una risa inesperada que no cesa, un llanto que rasga la noche y que al día siguiente nadie parece recordar, son pequeños enigmas que la memoria no consigue articular. Y luego aquello que nos hace sin que sepamos como: la relación con nuestros padres, entre la admiración y la extrañeza; el amor, los celos y la ambivalencia que nos liga a los hermanos. Novela episódica, Alma inquieta habita ese territorio. Casi siempre de la mano de Rosita, una niña con dos hermanas y un hermano, una niña común si no fuera porque está allí para ser testigo de los aconteceres de una familia argentina de comienzos de la década del sesenta, como una pizarra donde ese tiempo se inscribe. Bajo su mirada calma, de una curiosidad metódica, se organiza el mapa de afectos y asombros, tanto de la casa como de llamado mundo exterior.
Ese fluir de experiencias, tantas veces felices, tantas veces dolorosas, forma un carácter, y esa educación sentimental es la materia de esta novela que Graciela Schvartz construye con pudor y agudeza. La historia de Rosita, y también la de una época, vista desde la intimidad de la infancia, esa prisma donde el leguaje de los adultos se astilla y desconcierta, donde los valores de los grandes deshacen inadvertidamente la edad de la inocencia. Quizás sin crueldad, pero cruelmente, a veces con intención, siempre fatalmente.