Sinopsis
En la galería de debates en torno a próceres del siglo XIX, pocos han sido tan intensos y contrastados como el que generó (y aún genera) Bernardino Rivadavia. La tradición historiográfica liberal lo considera el primer gran modernizador argentino, aquel que hace cambios decisivos en las instituciones criollas, que pone límites al poder de la Iglesia y se enfrenta a las reaccionarias costumbres culturales heredades de España. Para los revisionistas, en cambio, Rivadavia es poco menos que un traidor, alguien que prácticamente entrega la nación a Inglaterra, entre otras acusaciones de no menor calibre: unitario, centralista, etc. Estas controversias, de algún modo, han impedido hacer una justa valoración de su figura. La impugnación masiva o la defensa irrestricta no suelen ser buenos caminos para entender la carrera de un político. Y más si los tópicos son la salvación de un país o su entrega.
Sin caer en simplificaciones, Klaus Gallo reconstruye el ideario y la trayectoria de Bernardino Rivadavia desde fines del siglo XVIII, cuando era un joven abogado que admiraba a los pensadores progresistas ingleses y franceses, hasta su muerte. Analiza el impacto que tuvieron sus ideas en la generación de Mayo, su accionar en la Revolución y durante la década siguiente, y su labor como Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y luego como Presidente. ¿Cuál fue la trama del tristemente célebre préstamo de la Baring Brothers? ¿Cómo influyeron las reformas que Rivadavia emprendió? ¿Sentó las bases para un nuevo modelo de sociedad o se han exagerado sus influencias?
La imagen resultante es un Rivadavia casi inédito. Con luces y sombras, naturalmente, con medidas de estadista impar, con pasos en falso. Biografía ejemplar, elude de la primera a la última página las afirmaciones demagógicas y sin argumentos, ese vicio tan usual de tomar un hecho aislado y deducir de él un mundo entero. Antes bien, piensa a Rivadavia en su tiempo, con las decisiones que tuvo que tomar entonces, en un determinado contexto. Que la historia haya hecho de él un héroe o un villano se explica por los usos políticos que su nombre permitió, y no siempre por lo que efectivamente hizo.