Sinopsis
¿Cómo nos formamos la imagen de un país? ¿Cuál es la primera estampa que podemos recordar y que fijó, allá en el tiempo, huellas imborrables? Quizás fue un mapa, una antigua postal, un dibujo naif, un página ilustrada de un manual escolar. En el recuerdo esa imagen es a la vez anacrónica y carismática, pero en su momento, cuando se ejecutó, era una de las forma corrientes en que un país, la Argentina, y en especial una región, la que envuelve el Río de la Plata, se representaban. Y esas imágenes eran también, por supuesto, parte de una historia. De fotos o pinturas que las precedieron y establecieron los límites de la imaginación, de relatos literarios o crónicas de viaje que narraron un territorio, le dieron vida con adjetivos precisos y observaciones sagaces, y fijaron una jerarquía de sentidos, valores y sensaciones. Por tanto, indagar en la naturaleza de estas imágenes, en el tiempo que las antecede y las sucede, en la forma que impactaron en las sucesivas generaciones de argentinos, equivale a ingresar en un bosque de sombras, de aseveraciones tajantes y epifanías ambiguas, de mensajes que cabe volver a interpretar. El telón de fondo es la identidad nacional, sin comillas, el imaginario construido a diario por argentinos y extranjeros para representar la Argentina. Ese trabajo minucioso es el que hizo Graciela Silvestri, con una capacidad inusual para relacionar hechos en apariencia desligados, y establecer una nueva red cultural. En cada página brillan la inteligencia para atar esos cabos y la delicadeza para llevar al lector de la mano en un laberinto de ideas y emociones. Todo lo cual hace que El lugar común sea no solamente un ensayo insoslayable y un manantial de hallazgos, sino también algo mucho más infrecuente: un libro hermoso.