Sinopsis
El triunfo de Hipólito Yrigoyen en las elecciones de 1916 inaugura un nuevo tiempo político en la Argentina. Con la ley de voto obligatorio dictada por Luis Sáenz Peña en 1912, queda atrás la hegemonía conservadora de varias décadas. Durante los catorce años siguientes gobernará la Unión Cívica Radical. Yrigoyen será sucedido por Alvear en 1922, y volverá al gobierno en 1928. Pero no terminará su mandato. En 1930 lo derroca un golpe de estado comandado por el general Uriburu.
Se da por sabido que Yrigoyen es un líder del pueblo que atiende las necesidades de los más desprotegidos, que hasta entonces habían ocupado un espacio reducido en las consideraciones del poder. Por su parte Alvear suele ser entendido como un exponente cercano al conservadorismo derrotado. Sin embargo, una mirada muestra exactamente lo contrario. Estrechó las relaciones con los sindicatos, tuvo una política laboral tan progresista (o incluso más) que la de Yrigoyen y sin cultivar el personalismo trató de fortalecer el rol del radicalismo como vehículo de las causas populares.
Ambos presidentes, al cabo, le dieron a la Unión Cívica Radical el lugar que tendría hasta la llegada del peronismo: el de representar a las masas que habían estado excluidas del juego político y social. A los inmigrantes y a sus hijos, a las clases media y baja. Porque el radicalismo fue el primer partido de masas de América Latina. En este ensayo fundamental, Joel Horowitz analiza el período desde esa perspectiva y revierte muchos de los prejuicios que se mantienen hasta hoy. Con una investigación minuciosa, con un exhaustivo conocimiento del mundo obrero, El radicalismo y la movilización popular es un libro clave para entender una época más debatida que conocida. Y sobre todo para responder una pregunta clave: si la democracia comenzó con tanta solidez, ¿cómo pudo truncarse en 1930?