Sinopsis
¿Cómo se erige el corazón de una artista? ¿Qué sombras del pasado, que fantasmas y dichas del presente lo arropan? El resultado de esa alquimia, naturalmente, es su obra. Pero el tránsito hasta allí está marcado por el asombro y el misterio, por el éxtasis y acaso el vacío.
En brazos del enemigo descubre ese universo, el de Lucía, una joven que supo desde siempre que el arte era su destino y su forma de vida, su modo de ser. Lo supo en los días de la infancia, en el pueblo de Cuesta Blanca, y luego, ya crecida, cuando la familia perdió casa y sustento, ganando a cambio una mudanza a Buenos Aires. Lo supo en las horas de soledad; mientras era víctima del abuso y el silencio, mientras era testigo de la discriminación y la decadencia de su padre; en la decisiva amistad con Charlie, marcada por la muerte y la fragilidad; y lo supo sobre todo al descubrir la ciudad, con sus desbordes y su energía, con ese resto que la existencia no logra absorber y que la obra de arte recibe como alimento.
Con una prosa sutil, que va y viene en el tiempo, y que tiene el ritmo de una agitada añoranza, Canela compone un fresco que exhibe como una mujer aprende a mirar intensamente el mundo. Es una artista, sí, porque cada dato sensible, cada gesto de amor o cada gesto en suspenso, parece poder recuperarse en su trabajo y volverse luego un alegato contra el dolor. Pero quizás eso sea tangencial. Lo que emociona de este libro, lo que permanece en el lector, es Lucía, oscura y a la vez transparente, que se crea a si misma de la nada, extrema en los sentimientos, leal a la pasión y a la memoria.