Sinopsis
En el origen de cada drama, de cada tragedia, se pueden identificar lugares comunes abriéndose camino de a poco. Se trata de afirmaciones abusivas, mentiras que se instalan de manera impune como verdades y que dan una pátina de sofisticación a quienes simplemente no se atreven a enfrentar el peligro y terminan siendo cómplices por omisión. Se escucha, por ejemplo: “No soy antisemita, soy antisionista”; “Clases hubo”; “El peronismo siempre acompañó a los derechos humanos”; “El muro de Berlín se cayó para los dos lados”; “Los problemas de Cuba los causa el bloqueo yanki”. Podríamos llenar varias páginas con este tipo de afirmaciones que, para el que guarda aún cierto apego a hechos comprobables, son como mínimo una simplificación, pero que constituyen coartadas eficientes y letales contra la democracia, oxigenan dictaduras y regímenes totalitarios, violadores sistemáticos de derechos humanos. Este libro se propone desmenuzar los lugares comunes más nocivos y extendidos. Está dirigido a lectores que se niegan a participar de la decadencia y están dispuestos a correr riesgos, porque pretenden seguir mirándose al espejo sin sentir vergüenza.