Sinopsis
Varado en el interior del país, donde intenta vender un terreno familiar, el protagonista de Pequeñas intenciones le cuenta su vida a alguien que acaba de conocer en un bar. En su historia, uno percibe, quiere percibir, un orden. Pero lo fortuito asedia. Si fuera una playa, la vida de este narrador estaría en la orilla, resistiendo el embate regular de las olas y cediendo algo cada vez. Para él la existencia es algo que se deshace.
Huérfano desde muy joven, vivió en la casa paterna con su hermano deficiente, con quien compartía una rutina de supervivencia. Un día, una distracción suya provoca un accidente con efectos fatales, que lo conducirá hacia una epifanía personal. A partir de entonces, las cosas se complican. Su sobrino intenta estafarlo y le quita media casa como reclamo de la herencia. Su hermano deficiente debe ser internado. En este escenario, el amor se le presenta bajo la forma de una mujer desmesurada cuyas demandas lo desorientan y lo tornan una persona violenta, al borde de la caída definitiva. De ahí lo rescatan un viaje y un negocio intrincado, nuevas ilusiones que le permiten reinventarse una vez más.
Jorge Consiglio ha escrito con maestría la historia de un hombre en suspenso, de alguien qué sin protestar y sin rendirse se acomoda en los pliegues del declive permanente. Con una prosa luminosa, que elude con señorío los lugares comunes de la literatura social, Pequeñas intenciones es una novela que respira beatitud. Su materia son los destinos extraviados, los anhelos mínimos que la torpeza y la ignorancia apagan. Esos seres que pierden el hilo y que, en un momento, ni siquiera recuerdan que había un hilo, son retratados sin ironía, sin conmiseración, con una piedad lejana que surge al comprender que no son culpables y que tampoco aceptarían que se los considerara víctimas. Son apenas sujetos de paso y, nos guste o no, en algún momento, en un gesto o una tarde calma, nos reflejan.